Azores

La isla de San Miguel, paraíso en verde

Las islas del deseo

Las Azores, perdidas en medio del Atlántico entre la costa portuguesa y el Canadá, son un archipiélago de formación volcánica constituida por nueve islas y diversos islotes. Cada una de ellas resulta completamente distinta a las demás y aparte del patrimonio monumental con magníficos ejemplos del barroco, son verdaderos paraísos para la aventura. Senderismo, navegación, submarinismo, pesca, surf, observación de aves y animales marinos, además de rutas a caballo, son algunas de las actividades que se pueden practicar, así como relajarnos con el verde de sus paisajes y las aguas termales que brotan de las entrañas de la tierra.

Lagoa do Fogo
Lagoa do Fogo

Imprescindible

* Ponta Delgada

* Laguna de Sete Cidades

* Laguna de Fuego

* Caldeira Velha

* Terra Nostra en Furnas

* Ribeira Grande

* Degustar las lapas graelhadas

Verde, todos los matices del verde impregnan la retina de los ojos mientras sigues el perfil sinuoso da la isla. La tierra bulle, el origen volcánico sigue presente en forma de surgencias termales, mientras el negro del picón y las coladas de lava solidificada contrastan con el verde de cultivos y la fronda del bosque. Inmensos conos hoy apagados, se han convertido en grandes receptáculos de agua. Nombres poéticos sustituyen a los antiguos dragones de fuego. Lagoa Azul, Verde, do Fogo, das Furnas...invitan al trekking y seducen el objetivo fotográfico. Caldeira Velha, Terra Nostra entre otros muchos lugares, son el vivo ejemplo de que la naturaleza sigue viva. Termalismo rodeados de helechos gigantes, palmeras, pinos y cedros entre otras muchas especies arbóreas. En la isla de São Miguel siempre hay que ir pertrechados con el bañador y la toalla. Improvisados jacuzzi de aguas ferruginosas invitan al reposo de cuerpo y mente. Un pequeño placer de dioses en este paraíso que son las Azores.

Además, la isla de São Miguel es un claro ejemplo de aprovechamiento energético. El subsuelo aporta el calor suficiente para hacer funcionar plantas geotérmicas. También como en los aledaños del lago de Furnas, cocinar el estofado con las ollas semienterradas en el suelo. El característico olor a azufre (sulfhídrico) inunda el ambiente y las fumarolas advierten del peligro de sentarse donde no toca.

Descubriendo la isla

Ponta Delgada, la capital de la isla de São Miguel, se extiende alrededor de diversas calles paralelas al litoral. Por sus dimensiones es una localidad que puede recorrerse a pie sin ningún problema. El centro del cuidado casco antiguo de calles empedradas, gira alrededor de la plaza Gonzalo Velho Cabral. Allí se levantan las Portas da Cidade del siglo XVIII, rehubicadas aquí cuando fueron trasladadas del antiguo muelle. Junto a la plaza la Iglesia Matriz dedicada a san Sebastián con una trabajada fachada de estilo manuelino, variación portuguesa del gótico tardío. Y muy cerca, en la calle Almeida, la antigua mercería Louvre Michaelense transformada en cafetería con un encanto muy especial y unos pasteles deliciosos.

En ambos extremos de la ciudad dos templos que merecen ser visitados. Frente al puerto deportivo la iglesia de San Pedro muy bien iluminada por la noche y en el otro extremo, en el Campo de San Francisco, donde se levanta un monumental metrosidero, un árbol originario del continente australiano plantado en 1870, las iglesias de San José y del Santo Cristo. Allí mismo, defendiendo el puerto de los ataques piratas, en el siglo XVI se levantó el fuerte de São Bras. Ahora los cañones sólo son un elemento decorativo y en los jardines un monumento rinde homenaje a los marinos portugueses caídos en la I Guerra Mundial.

Rumbo a poniente

Recorrer la isla y detenerse en los lugares más emblemáticos es un buen ejercicio. Las carreteras, aunque sinuosas, están plagadas de miradores y áreas de descanso muy bien pertrechadas. Sus dimensiones -62 km de largo por un ancho que oscila entre los 7 y 16 km- permiten recorrerla en un par de días, aunque cada uno, dependiendo de su tiempo, puede realizar visitas más entretenidas.

Una buena manera de comenzar es dirigirnos hacia Sete Cidades, uno de los paisajes más emblemáticos de Azores. Para ello desde Punta Delgada enfilaremos la EN1-1 para tomar al cabo de 7 km el desvío a la derecha dirección Covoada-Pico Carvão. Rebasada Covoada, la primera parada la encontraremos cuando, por una pista de tierra que sale a nuestra izquierda, llegaremos enseguida a las lagunas Empadadas, dos lagos gemelos rodeados de un bosque de coníferas que invitan al paseo. Podemos continuar hasta el mirador do Pau por la misma pista, para disfrutar de la primera imagen panorámica de la costa septentrional de la isla.

De nuevo en la carretera, nuestra ruta prosigue hasta el mirador Vista do Rei. Desde este lugar se tiene la mejor perspectiva Sete Cidades con las lagunas Verde y Azul, que no son más que el mismo lago separados por el Ponte dos Regos que las cruza. El nombre viene dado por el color que adquieren cuando el sol las ilumina. Estamos dentro de un espacio natural protegido y diversas rutas señalizadas de senderismo seducen a los más andadores. Uno de ellos es el PR 03 que en unas dos horas (7,7 km) nos permitirá llegar hasta la población de Sete Cidades en un recorrido prácticamente de bajada.

Más fácil resulta proseguir por la carretera EN9-1A que desciende hacia el lago para detenernos de nuevo en el mirador de Cerrado das Freiras. Aquí la perspectiva no es tan general por la proximidad de las aguas, pero la cercana vegetación nos aporta un buen juego para las fotos. Descendemos un poco más y ya estamos en el Ponte dos Regos que cruza la laguna, la mayor reserva natural de agua de las Azores. Hemos descendido de los 620 metros de altitud hasta los 250 y los ánades, acostumbrados por la presencia de turistas, esperan su recompensa junto al puente. Sete Cidades es un pequeño núcleo en medio del cual destaca la iglesia de San Nicolás de estilo neogótico. 

Serpenteando la costa noroccidental

Ajuda da Bretanha
Ajuda da Bretanha

Si queremos reseguir la costa debemos dirigir nuestros pasos hacia Mosteiros, núcleo de un cierto reclamo turístico por sus piscinas naturales y los bloques de roca que emergen en el mar desgajados de la costa. La EN1-1A nos llevará a recorrer diversa localidades hasta llegar a Ribeira Grande con un notable interés monumental. En Ajuda da Bretanha, la primera que nos sale al paso en nuestro recorrido, desde el mirador do Pico Vermelho tenemos una buena perspectiva de esta parte de costa. Los verdes campos salpicados de blancas casas que se arremolinan alrededor de la iglesia es una imagen que se repite a menudo. Vale la pena acercarnos hasta el rehabilitado molino del Pico Vermelho por el bonito conjunto que forma junto a la ermita de San Antonio.

Hasta Ribeira Grande llegó la corriente de lava que en julio del 1563 emitió el Pico Queimado cercano a la localidad. Si nos acercamos hasta el mar, junto al complejo de piscinas podemos percibir las texturas de las corrientes lávicas que frenan el empuje del oleaje. En el centro de la población, el río da Ribeira forma un bonito conjunto ajardinado que se complementa con el Largo Conselheiro Hintze Ribeiro, la extensa plaza plagada de árboles monumentales que hay frente al imponente edificio del Ayuntamiento. Al otro lado de la carretera, la iglesia del Espíritu Santo con una de las fachadas más imponentes del barroco y muy cerca, el templo de Nuestra Señora de la Estrella elevada sobre una escalinata que aún le confiere mayor magnificencia.

Aguas termales

Podemos volver a Ponta Delgada por la EN5-2A y así visitar la Caldeira Velha y la Lagoa do Fogo, dos maravillas naturales ubicadas en el centro de la isla. En la ladera de la sierra de Agua de Pau se encuentra la Caldeira Velha. Calificada como Monumento Natural, después de pagar una pequeña entrada un buen pertrechado camino nos lleva hasta la surgencia de aguas ferruginosas en cuyas pozas es posible darse un baño termal. Un edificio integrado en el entorno permite equiparnos con el traje de baño y además, nos presenta una interesante exposición sobre el vulcanismo en la isla. Dejar que nuestro cuerpo recupere fuerzas rodeados de una naturaleza exuberante, es placer de dioses. Una revirada carretera nos eleva hasta el mirador de la Lagoa do Fogo. Hemos alcanzado los 900 metros de altitud y a nuestros pies se extienden las aguas rodeadas de lo que fue el cráter del extinguido volcán. Un sendero permite bajar hasta la orilla en un recorrido de ida y vuelta que nos llevará una hora.

Ahora sin más preámbulos podemos regresar a Ponta Delgada descendiendo por la EN5-2A hasta la autovía EN1-1ª, a no ser que aún nos queden fuerzas para visitar la población de Lagoa con monumentos tan importantes como el convento de Frades levantado en los siglos XVII y XVIII, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de la misma época, o los centros de experimentación y divulgación de las ciencias volcanológicas y medioambientales como son el Observatorio Volcanológico y Geotérmico y el Expolab.

Rumbo a levante

En el este de la isla es donde tenemos las cotas más elevadas con el Pico da Vara que alcanza los 1105 metros. Tanto si tomamos la vía rápida EN1-1A como si vamos por la carretera de la costa que va enlazando poblaciones, la primera parada la tenemos en Vila Franca do Campo, antigua capital de la isla, aunque sólo sea por ver el cono volcánico que se levanta a un kilómetro de la costa, con una bahía natural en su interior muy agradable para el baño.

Desde aquí nos dirigiremos hacia Furnas, uno de los enclaves termales de la isla. Lo primero que encontraremos es la Lagoa das Furnas con una agradable zona de paseo en el extremo de poniente que incluye el jardín Jose do Canto, la Casa dos Barcos, la Casa da Lagoa y la capilla de Nossa Senhora das Vitórias del siglo XIX. En el extremo opuesto la tierra bulle. Las fumarolas señalan la presencia de emanaciones de gases y la temperatura se aprovecha para cocinar el asado con las ollas semienterradas en el suelo. Una pasarela permite pasear sin ningún peligro por esta explosión de naturaleza mientras patos y gatos parecen disfrutar del ambiente. En la población de Furnas merece la pena acercarse a los jardines de Terra Nostra, cuya existencia se remonta a 1775 cuando la finca pertenecía al cónsul de Estados Unidos. 12,5 ha de jardines bien ordenados con riachuelos, numerosas especies de árboles y flores traídos de todo el mundo, surgencias termales con posibilidad de tomar un baño y alojamiento en el cercano Terra Nostra Garden Hotel.

El extremo oriental

Ponta do Arnel
Ponta do Arnel

Podemos acercarnos hasta la Ponta do Arnel, el extremo oriental de la isla. Para ello o podemos seguir por la EN1-1A que va recorriendo la costa por lo que podemos disfrutar de la vista que ofrecen los distintos miradores o tomar la carretera local que por la montaña cruza el Área Protegida da Tronqueira. Finalmente llegaremos a la localidad de Nordeste, cuatro casas diseminadas y el faro de la Ponta do Arnel serán nuestro objetivo. Desde el mirador en medio del pueblo divisamos el acantilado y la cúpula roja del faro casi a ras de agua. 

Descender hasta allí es todo un poema. Si lo hacemos con el vehículo hay que tener en cuenta las pendientes del 30% y a pie, el pequeño esfuerzo a realizar para superar el centenar de metros de desnivel. Abajo, además del faro y las vistas, cuatro casas de pescadores locales y un pequeño embarcadero. Con un poco de suerte, la posibilidad de departir con las gentes del lugar y participar de una barbacoa.

El regreso a Ponta Delgada lo podemos hacer por la vía rápida que parte cerca de Nordeste. Los interesados en el te tienen parada obligada al pasar cerca de Gorreana donde hay grandes plantaciones y la fábrica donde se envasa el te que se produce en la isla. Ya se sabe, después de una opípara comida, una infusión nunca viene mal.

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El Mitsubishi ASX se ha renovado; la impresión de conducción es buena, es cómodo y tiene un buen sistema de tracción total. Prácticamente todo va de serie y el precio es muy interesante, por lo que es una buena alternativa entre los SUV. Ideal para recorrer las Azores.

Guía práctica

Cómo llegar

Compañías como Azores Airlines, Air Berlin, easyJet y Rynair vuelan a las Azores. De entre todas, recientemente Azores Airlines conecta dos veces por semana en vuelo directo -miércoles y sábados- Barcelona con Ponta Delgada, la capital de las Azores situada en la isla de São Miguel. www.azoresairlines.pt

Donde dormir

En São Miguel encontraremos un buen número de establecimientos de todo tipo y categorías. Desde hoteles muy bien acondicionados hasta una buena oferta de turismo rural pasando por los apartamentos turísticos.

Nuestra recomendación recae en el grupo Bensaude Hotels con cuatro hoteles en la isla, todos de cuatro estrellas, dos de ellos, el Marina Atlántico y el Açores Atlántico situados frente al puerto deportivo, muy bien acondicionados y con espaciosas habitaciones. www.bensaudehotels.com

Donde comer

Si escogemos el menú o el plato del día no resulta caro comer en las Azores. Los pescados y mariscos llegan frescos recién sacados del Atlántico y en los platos no suele faltar de acompañamiento las patatas o los feijões (alubias). Un plato típico son las lapas graelhadas (a la plancha) y un restaurante tradicional en Ponta Delgada es la Adega Regional en la Rua do Melo, 70 o la Taberna Açor si nos decidimos por el pica-pica (petiscos) y las tablas de quesos (Rua dos Mercadores, 41).

Más información www.visitazores.com/es

Texto y fotos: Jordi Bastart