Pamplona

                         Cultura gastronómica y patrimonio monumental en una ciudad que se viste de verde

Pamplona, la ciudad de los pinchos y los sanfermines 

Pamplona es una de aquellas ciudades accesible a pie; el pequeño formato de su casco antiguo e histórico a la vez, hace que todo esté muy a mano. Otro aspecto que la vuelve muy interesante es su patrimonio monumental que se ha sabido recuperar a tiempo, sobretodo lo referente a sus murallas por las que pasear se convierte en un verdadero placer, por las vistas y por los rincones que esconden. Y por último hay otro aspecto sumamente motivador y que va muy ligado a cualquier viaje: la gastronomía. 

Jardines de la Ciudadela verdadero pulmón de la ciudad
Jardines de la Ciudadela verdadero pulmón de la ciudad

Imprescindible

· Casco antiguo

· Plaza del Castillo

· La Ciudadela

· Catedral y la exposición Occidens

· Paseo por las murallas

· Ir de pinchos

La capital de Navarra presume, además de su patrimonio histórico y monumental, de ser una de las ciudades de España con mayor número de espacios verdes. El Parque de la Media Luna, el de la Taconera, el dedicado a la ciudad de Yamaguchi y sobretodo, la Ciudadela convertida en el gran pulmón de la ciudad, hacen la vida más agradable a los pamplonicas y a los visitantes, más allá de la gran oferta gastronómica.

Pamplona es una ciudad que ronda los 200.000 habitantes. Una sociedad festiva y conservadora a la vez, como lo demuestra el hecho que a principios del siglo XVIII buena parte de sus habitantes pertenecían al clero y a la aristocracia y sólo la cuarta parte se dedicaba a la agricultura. Pero aunque la mayoría de las celebraciones tengan una naturaleza religiosa, los pamplonicas son muy juerguistas y amantes de sentarse en las terrazas de los bares a tomar el aperitivo o de tasca en tasca hacer la ruta de los pinchos al mediodía o al caer la tarde. También lo son de la buena mesa, de la tertulia y la charanga. Y como no de la mofa, como lo testifican las peñas a la salida de las corridas taurinas por Sanfermines.  

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El edificio del Ayuntamiento en pleno casco antiguo
El edificio del Ayuntamiento en pleno casco antiguo

Además del casco antiguo donde se encuentran los edificios históricos y las zonas de bares, Pamplona se abrió al oeste y al sur a finales del siglo XIX y principios del XX, en lo que se ha venido en llamar primer y segundo Ensanche. Junto a ellos la ciudad ha ido creciendo posteriormente con diversos barrios construidos alrededor de grandes avenidas, plazas y parques públicos, entre ellos el Campus Universitario, un inmenso espacio verde plagado de facultades donde se sitúan las Universidades Pública y Privada de Navarra.

El río Arga limita la ciudad por el norte. Al otro lado de esta corriente fluvial se extienden los barrios de Rochapea, Arantzadi, Chantrea y Magdalena por donde penetra el Camino de Santiago a la ciudad. El paseo de ronda que discurre por encima del lienzo norte de muralla, es un buen mirador de estos barrios, el río y las montañas que los circundan.

El casco antiguo, la ruta de la historia

El casco antiguo es pequeño, muy denso y en él se concentran los edificios más importantes. La ventaja es que resulta fácil su recorrido a pie y más, si entre historia y patrimonio hacemos parada y fonda en los bares que vamos encontrando por el camino.

La Plaza del Castillo se puede considerar el corazón de la ciudad y desde allí parten las calles más emblemáticas. Desde principios del siglo XIV acogió todo de tipo de celebraciones, torneos, justas y corridas de toros y ahora es el lugar preferido por los pamplonicas para pasear y relajarse en las numerosas terrazas de los bares. A la plaza asoman edificios tan emblemáticos como el Café Iruña, el hotel La Perla y el Palacio de los Goyeneche, peculiar edificio de concepción barroca. La Glorieta que preside en centro de la plaza data de 1943 y es uno de los símbolos de la ciudad. En uno de sus ángulos, la escultura de Jorge Oteiza, Unidad triple y liviana invita a la reflexión, mientras cerca, el rey Carlos III el Noble, mira con asombro.

La Plaza del Castillo con el monumento obra de Jorge Oteiza en primer término
La Plaza del Castillo con el monumento obra de Jorge Oteiza en primer término

Precisamente de este lugar, en cuyos inicios se encuentra el Palacio de Navarra (sede de la Diputación Foral) y el Teatro Gayarre, parte la avenida de Carlos III, uno de los grandes ejes comerciales de la ciudad. A la derecha, el Paseo de Sarasate presidido por el edificio del Parlamento y el monumento a los Fueros, forma parte del primer Ensanche de la ciudad que tuvo lugar en 1888.  

Calles de la Estafeta, Mayor y de la Zapatería

Las tres conforman el entramado urbano más notable del casco antiguo. La calle de la Estafeta discurre muy cerca de la Plaza del Castillo y es con toda probabilidad una de las calles más conocidas de España. De trazado rectilíneo, por ella es el último tramo que recorren los toros en sanfermines antes de dirigirse a la Plaza de Toros. La calle esta llena de tiendas de recuerdos, bares para tomar un buen pincho, churrerías y un largo etcétera que la convierten en una de las calles más transitadas de Pamplona.

La Calle Mayor es el eje de la ciudad histórica y fue la calle principal tras la unión de los tres Burgos fundacionales de la ciudad en 1493. Comunica la Plaza Consistorial con la iglesia de San Lorenzo, donde se encuentran las reliquias de san Fermín, pasando por la iglesia de San Saturnino o San Cernin. Por él transitaban y transitan los peregrinos y a la calle asoman diversos palacios y casas nobles que con sus blasones nos hablan de la pujanza económica en el siglo XVIII. También se establecieron aquí numerosos gremios y oficios como plateros, guarnicioneros y gentes que trabajaban la piel.

La torre del templo de San Cernin emerge entre las casas del casco antiguo
La torre del templo de San Cernin emerge entre las casas del casco antiguo

El Palacio del Condestable es uno de estos edificios nobles y actualmente, una vez remodelado, se ha convertido en centro cívico, sala de exposiciones y lugar de conciertos en su agradable patio interior. En la primera planta se encuentra el Museo dedicado a Sarasate. Otro ejemplo es el Palacio Ezpeleta de principios del siglo XVIII con un singular elemento escultórico en el dintel de la puerta. Actualmente está ocupado por el Conservatorio de Música. Entre ambos se encuentra el Palacio Redín y Cruzat, un caserón renacentista reformado en el siglo XVII, por lo que actualmente incorpora elementos barrocos. 

La calle de la Zapatería fue una arteria de gran importancia en el siglo XVIII como lo constatan los numerosos palacios y casas blasonadas que asoman a la vía pública. Uno de ellos es el Palacio de los Navarra Tafalla, una muestra de la arquitectura señorial barroca que data de la segunda mitad del siglo XVIII. Otro ejemplo lo tenemos en el Palacio Guenduláin, actualmente convertido en hotel, con una larga fachada de tres pisos que da a la plaza del Consejo y desde la que, a buen seguro, se podían seguir los acontecimientos de mayor relevancia de la ciudad. En el interior se conserva un lujoso carruaje que nos transporta al siglo XVIII, época en la que se levantó este palacio.

El nacimiento de la ciudad

La ubicación del Ayuntamiento no es casual pues se edificó en el lugar donde confluían los tres Burgos (Navarrería, San Saturnino y San Nicolás) antes de unificarse en una sola ciudad. Tanto el Ayuntamiento como la Plaza Consistorial que hay enfrente son lugares emblemáticos por muchos motivos; desde el balcón de la Casa Consistorial se lanza el cohete (chupinazo) que marca el 6 de julio el inicio de las Fiestas de San Fermín y en la plaza se recoge toda la algarabía con la que se recibe tan entrañable festejo. También es un punto de paso obligado de los peregrinos y lugar de carreras cuando se acompaña a los encierros.

La fachada del Ayuntamiento, siempre engalanada con flores, merece la atención de la cámara fotográfica. El edificio actual es de mediados del siglo XVIII y en su fachada se mezclan elementos del barroco tardío y del Neoclásico. Destacan las dos estatuas que flanquean la entrada: la Prudencia y la Justicia, en lo alto la Fama con un clarín y a sus pies los escudos de Navarra y Pamplona, y a ambos lados dos figuras de Hércules como símbolo de las virtudes cívicas. Los balcones están adornados por leones dorados, símbolo municipal.

Hay que fijarse en el suelo de la plaza, en el extremo opuesto donde está el edificio del Ayuntamiento, una representación en el suelo sitúa el lugar en el que confluían la ciudad de Navarrería, la población de San Nicolás y el burgo de San Cernin y que el Privilegio de la Unión firmado el 8 de septiembre de 1423, dio lugar al nacimiento de lo que se conoce actualmente como ciudad de Pamplona-Iruña.

Iglesia de San Saturnino y reliquias de san Fermín

El templo dedicado a san Saturnino conocido también como san Cernin, se encuentra muy cerca del Ayuntamiento. El que fuera primer evangelizador de Pamplona en el siglo III, es actualmente co-patrono de la ciudad. La iglesia con aire de fortaleza, fue construida a finales del siglo XIII y está situada en el centro de lo que era el burgo del mismo nombre. La portada es de estilo gótico francés y en el interior hay una capilla dedicada a la Virgen del Camino, la otra co-patrona de Pamplona. Dos torres completan la construcción; en lo alto de la más esbelta, una veleta con forma de gallo conocida popularmente como "el gallico", se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad y frente al templo, ahora cegado, se encuentra el pozo donde según la tradición san Cernin bautizó a los primeros cristianos, entre ellos a san Fermín.

Iglesia de San Lorenzo con la imagen de san Fermín
Iglesia de San Lorenzo con la imagen de san Fermín

Precisamente las reliqías del santo se encuentran en la iglesia de San Lorenzo, al final de la calle Mayor, un templo que tiene más valor sentimental que arquitectónico. De aquí parte la procesión con la imagen del santo que cada 7 de julio recorre las calles de la ciudad. La talla de san Fermín es un relicario de madera del siglo XVI que posteriormente se guarneció con plata. El color moreno del santo no se sabe si originariamente era así, o se ha oscurecido por el humo de las velas.

Catedral de Santa María la Real

Se levantó durante los siglos XIV y XV donde había un templo románico. Actualmente, detrás de una fachada neoclásica se esconde un magnífico templo gótico con una gran nave central presidido por una imagen románica de la Virgen María forrada de plata. En la nave central, frente al presbiterio, se encuentra el sepulcro de Carlos III el Noble junto a su esposa Leonor de Trastamara, una bella escultura de alabastro en estilo gótico, del siglo XIV que rinde homenaje a uno de los reyes más importantes de la monarquía navarra y el gran impulsor de las obras de la catedral. Otra de las obras relevantes del templo es el Santa Cristo realizado por Juan de Anchieta en el siglo XVI que se encuentra en la capilla de san Juan Bautista.

El claustro, de estilo gótico es una de las joyas del templo, sobretodo por la labor escultórica de los 24 arcos ojivales y las puertas que dan acceso a las distintas dependencias. En ellas, sustituyendo a lo que era el antiguo museo diocesano, se ha instalado la exposición titulada Occidens. Este planteamiento museográfico representa un viaje por la civilización occidental desde la Edad Antigua hasta la actualidad y todo a partir de las excavaciones realizadas en la misma catedral que han permitido descubrir los orígenes de la ciudad. Se trata de una propuesta novedosa y muy bien articulada que aglutina numerosas imágenes románicas, relicarios y cálices procesionales de gran valor. 

Por el paso de ronda

La muralla de Pamplona, sobretodo la parte que rodea el norte de la ciudad, se ha conservado de forma extraordinaria, de tal manera que, recorrer el paso de ronda es descubrir los monumentos más importantes que hay pegados a ella y a la vez disfrutar con las vistas del Arga y las sierras más próximas.

De derecha a izquierda empezamos por el Fortín de San Bartolomé. Reconvertido en Centro de Interpretación de las Fortificaciones de Pamplona, este fortín forma parte de un ambicioso proyecto elaborado en 1726 por el ingeniero Verboom y que sólo fue ejecutado en parte. En su interior, en los distintas dependencias podemos ver con un sistema interactivo la evolución de las murallas de Pamplona a través del tiempo, las estrategias de ataque y defensa, la repercusión social que tuvo la evolución de la ciudad, así como un repaso a otras plazas fuertes de España y otros lugares del mundo. Todo un sistema de ingeniería defensiva que fue evolucionando al mismo tiempo que la maquinaria de guerra.

Un puente de moderno diseño permite cruzar la Bajada de Labrit y rodeando la trasera del Palacio Episcopal por la Ronda del Obispo Barbazán, llegar hasta el bautizado como Rincón del Caballo Blanco, para proseguir luego hasta el Portal de Francia. Este tramo entre el Fortín de San Bartolomé y el Portal de Francia es uno de los mejor conservados de la muralla. Por el camino tendremos oportunidad de detenernos en el Palacio Real y observar la conjunción arquitectónica entre un edificio histórico y la rehabilitación realizada por Rafael Moneo.

El Rincón del Caballo Blanco es uno de los lugares más interesantes, por las vistas y por la historia que atesora. Constituye la parte más alta del Bastión del Redín, uno de los puntos fuertes de la defensa de la ciudad. Del antiguo palacio se conserva solamente la Cruz del Mentidero que data del 1500 y fue lugar de ejecuciones. La antigua hospedería de peregrinos es el actual Mesón del Caballo Blanco con una agradable terraza.

El Palacio Real fue el antiguo palacio de los reyes de Navarra y se levantó durante el reinado de Sancho VI el Sabio, en el segundo tercio del siglo XII. Sufrió importantes reformas en los siglos XV y XVI y actualmente, después de la rehabilitación, es la sede del Archivo General. Su interior que acoge exposiciones temporales se puede visitar. Junto a la entrada hay una gran maqueta en madera de la Pamplona de 1900. Desde las balconadas que se abren a su alrededor se disfruta de unas vistas inmejorables.

El Portal de Francia es la mejor conservada de las seis puertas de acceso que tenía la ciudad. Fue construida en 1553 y a pesar del transito motorizado, aún permanecen intactas las cadenas y el puente levadizo. Se la conoce también como Portal de Zumalacárregui porque recuerda la huida de la ciudad de este general para ponerse al frente de las tropas carlistas. En la parte superior conserva el escudo imperial con el águila bicéfala. Es la puerta de entrada de los peregrinos que realizan el Camino de Santiago.

PAMPLONA VERDE

La capital navarra también podría denominarse ciudad verde por la cantidad de parques, jardines y plazas arboladas que se incorporan a su entramado urbano y que ocupan aproximadamente el 20% del término municipal. El río Arga rodea la urbe por el norte creando un parque fluvial por donde discurre el Camino de Santiago. La recuperada Ciudadela, eximida de sus funciones militares se ha convertido en el gran pulmón de la ciudad junto con el coqueto Parque de la Taconera, el romántico de la Media Luna y el Parque Yamaguchi de concepción mucho más moderna. Todos ellos fieles exponentes de la vocación pamplonica: diseño y verdor.

Parque de Media Luna, monumento a Pablo Sarasate
Parque de Media Luna, monumento a Pablo Sarasate

La Ciudadela

Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar del Renacimiento que se conservan en el estado español. Fue construida entre 1571 por orden de Felipe II y concluida en 1646 bajo el reinado de Felipe IV. Su forma de pentágono regular está rematada por cinco baluartes en los ángulos y se fue acondicionando a las necesidades defensivas de cada momento. En 1888 fue demolida en parte para permitir el ensanchamiento de la ciudad y actualmente sus fosos y dependencias se han convertido en un magnífico pulmón verde y centro de las más diversas exposiciones. Los días plácidos es el lugar ideal para el paseo, la lectura o el deporte entre esculturas de artistas de vanguardia como Oteiza, Ugarte y Basterretxea entre otros.

Césped que rodea la Ciudadela
Césped que rodea la Ciudadela

Rodea la Ciudadela el denominado Parque Vuelta del Castillo, una gran zona verde que envuelve la Ciudadela y que aprovecha los antiguos glacis de la fortaleza. Actualmente es un espacio arbolado con senderos donde las gentes acuden a pasear o hacer footing. Además hay algunas muestras de escultura contemporánea con obras de Alberto Eslava, Faustino Aizkorbe y Alfredo Sada.

SANFERMINES

Probablemente sea una de las fiestas más conocidas, no solamente en España si no también en medio mundo. De ello tuvo la culpa principalmente Hemingway; gran aficionado a los toros y al vino, una de las primeras veces que acudió a Pamplona en el año 1923 escribió ampliamente de ella. Cuentan que años más tarde, al acudir de nuevo a la capital navarra y comprobar como se había transformado aquella celebración tradicional, se arrepintió de haber colaborado a su amplia popularización.

Momento del chupinazo desde la Casa Consistorial (Foto. Servicios Turísticos de Navarra)
Momento del chupinazo desde la Casa Consistorial (Foto. Servicios Turísticos de Navarra)

Sea por una cuestión o por otra, actualmente Pamplona no se concibe sin los Sanfermines. Aunque el acto más conocido y divulgado cada año por televisión es el Encierro, hay que decir que el periodo que va del 6 al 14 de julio toda la ciudad bulle en celebraciones, procesiones, conciertos y fuegos de artificio. Lo que se ha convertido en todo un espectáculo hay que pensar que tiene sus orígenes en la necesidad de trasladar cada día a los toros, desde las afueras de la ciudad hasta la plaza para ser lidiados.

El inicio de las fiestas lo marca el "txupinazo", cohete lanzado desde el balcón del Ayuntamiento el mediodía del día 6 de julio, frente a la muchedumbre que se agolpa en la plaza Consistorial desde horas antes. Cánticos y botas de vino van animando los momentos anteriores al chupinazo, en una plaza que desborda de alegría en el momento del estallido. La indumentaria blanca, el pañuelo rojo en alto cara al Ayuntamiento y los continuos hurras a San Fermín, crean un espectáculo lleno de colorido y buen humor aunque también con más de un desmadre propiciado por los efectos del alcohol. 

El recorrido del encierro

Desde los corrales situados al inicio de la Cuesta de Santo Domingo hasta la Plaza de Toros hay 848,6 metros con tramos bien diferenciados. Normalmente se tardan unos tres minutos en realizar el trayecto corriendo delante de los astados, pero para ello hay que tomar muchas precauciones. A las ocho en punto de la mañana un cohete anuncia la apertura de los corrales y con ella la salida de los toros -seis toros acompañados de dos grupos de cabestros con su típico cencerro-. Cinco minutos antes los mozos se concentran frente a la hornacina de San Fermín que hay en la pared de la Cuesta de Santo Domingo y le cantan tres veces "A San Fermin pedimos, por ser nuestro patrón, nos guie en el encierro, dándonos su bendición ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!.

Para evitar incidentes no se aconseja correr el encierro si uno no está en buena forma y si no acompañado de alguién del lugar o si no conoce las costumbres de esta fiesta tan especial. Lo mejor, como dice el refrán, "es ver los toros desde la barrera" aunque para ello haya que madrugar mucho para coger sitio o pagar cantidades desorbitadas en alguno de los balcones que dan al recorrido. 

Las peñas son la verdadera alma de los Sanfermines, están en todas partes y animan la fiesta hasta la extenuación. Agrupan unas 5..000 personas y cada peña tiene su blusón con el color y diseño que la distingue, su escudo, himno, bandera, local y charanga (banda de música). En la Plaza de Toros ocupan el tendido de sol y materializan un verdadero espectáculo que tiene su colofón a la salida de la Plaza, donde, entre música y pancartas parodian a los personajes y situaciones relacionadas con la ciudad. www.sanfermin.com

Monumento al Encierro

En el cruce de las avenidas de Roncesvalles y Carlos III, el escultor bilbaíno Rafael Huerta ha plasmado un conjunto en bronce que refleja el momento que once mozos corren entre seis toros y tres cabestros. La realidad en la expresión de los mozos y la fuerza que imprimen los animales es todo un ejercicio de maestría en este monumento de once metros de largo por cuatro de ancho.

GUÍA PRÁCTICA 

Cómo llegar

Pamplona está muy bien conectada por carretera. Por el sur la autopista AP-15 empalma con la AP-68 (Zaragoza-Bilbao) y prosigue por el norte hacia San Sebastián. Al este la N-240 con algunos tramos de autovía nos lleva hacia Jaca, mientras que por el otro lado la N-I convertida en autovía comunica con Vitoria-Gasteiz. La autovía N-111 conecta con Logroño y hacia el norte, las carreteras N-121 A y NA-135 nos llevan hacia Francia.

Por su parte, la red de circunvalación compuesta por la NA-30 (Ronda Norte), NA-32 (Ronda Este) y la A-15 (Ronda Oeste) conecta entre sí municipios de la comarca próximos a la capital y distintos barrios de la ciudad.

Avión, tren y autobus, son otras formas de acercarse a la ciudad. En el aeropuerto de Noàin, a 7 km de la ciudad, operan varias compañías con conexiones a diversas ciudades del estado español. La estación de tren se halla situada en el barrio de San Jorge, no muy lejos del centro de la ciudad con líneas regulares con las principales ciudades de España. La nueva estación de autobuses está situada junto al parque de la Ciudadela, a escasos minutos del casco antiguo y es totalmente subterránea. Mantiene conexiones con las ciudades más importantes de España y con las poblaciones de la comarca operando en ella 16 compañías de autobuses.

Oficinas de turismo

La Oficina Municipal de Turismo se encuentra junto a la plaza Consistorial, en la calle San Saturnino, 2 (edificio de casa Seminario). Tel. 948 420 700

Oficina de Turismo de la Comunidad Navarra. Avenida Roncesvalles, 4. Tel. 848 420 420

Internet

www.turismodepamplona.es Es el portal oficial de turismo del Ayuntamiento de Pamplona donde podrás encontrar la historia de la ciudad, que visitar, la mejor oferta de alojamientos y de restauración, como moverse por la ciudad y las noticias de última hora.

www.turismo.navarra.es Es el portal oficial de la Comunidad navarra. Está muy bien organizado y tiene un apartado especial dedicado a Pamplona, así como todos los destinos de la comunidad además de información práctica con restaurantes, hoteles, etc.

Ruta de Hemingway

Ernest Hemingway (Oak Park, Illinois, EUA, 1899-Ketchum (Idaho), EUA, 1961), escritor y novelista estadounidense fue un enamorado de Pamplona y los sanfermines motivo por el cual, la ciudad le dedica una ruta.

Llegó a Pamplona por primera vez, el 6 de julio de 1923 en calidad de corresponsal en Europa del semanario canadiense Toronto Star. Sus crónicas periodísticas y su novela "Fiesta" favorecieron la divulgación internacional de las fiestas de San Fermín. Hemingway fue galardonado en 1954 con el Premio Nobel de Literatura. Visitó los Sanfermines en un total de nueve ocasiones; la última de ellas en 1959. Se suicidó en el año 1961 en vísperas de los Sanfermines y cuentan que él personalmente anuló la reserva en el Hotel La Perla al que acudía regularmente para ver la fiesta.

Una ruta que recorre los lugares que Hemingway hizo más populares, o porque los visitaba personalmente o porque los incluyó como escenarios en sus novelas. Entre ellos destacan el Café Iruña en la Plaza del Castillo, donde en el bautizado como Rincón de Hemingway podemos verle de cuerpo entero apoyado en la barra y el Gran Hotel La Perla muy cerca del anterior, donde se conserva la habitación tal como la ocupaba el escritor. Otros lugares habituales son el bar Txoko, al que solía acudir antes y después de las corridas de toros; el hotel Quintana -hoy desaparecido- que hizo famoso en su novela La Fiesta, así como el Café Bar Torino transformado actualmente en el Windsor Pub. Numerosos rincones de la ciudad recuerdan anécdotas del popular escritor muy dado a la bebida y a cortejar guapas mujeres. Junto a la Plaza de Toros, en el callejón de entrada, un busto y el nombre del paseo recuerdan su afición por la fiesta taurina.

Pamplona con niños 

Para los más pequeños, descubrir una ciudad amurallada con todos los alicientes que ello conlleva ya puede representar un juego muy divertido y más, si cuando visitamos el Fortín de San Bartolomé, podemos hacernos una foto representado un soldado de la época o cuando paseamos por los Jardines de la Taconera y nos asomamos a los fosos de la murallas, vemos como ciervos, patos y pavos reales discurren por ellas.

Otro de los alicientes es visitar el Planetario y sin movernos del asiento, contemplar los misterios del universo en una cúpula de veinte metros de diámetro, una de las más grandes del mundo.

Diversión infantil en los sanfermines. Foto Servicios Turísticos de Navarra
Diversión infantil en los sanfermines. Foto Servicios Turísticos de Navarra

Los Sanfermines, aunque pueda parecer una fiesta sólo para adultos, tiene un programa específico para niños y niñas. Lo mismo que ir de pinchos, aunque pueda parecer algo reservado a los mayores, a los más pequeños también les gusta descubrir los sabores novedosos, aunque a ellos, el vino o la cerveza haya que sustituirlos por mosto o refresco. El Ayuntamiento de Pamplona ha editado una mini guía específica para niños y niñas para que puedan vivir sus propias experiencias. 

Gastronomía

Pamplona goza de una oferta gastronómica variada que se basa en la calidad de sus productos, tanto de la huerta regada por el Ebro y sus afluentes como las carnes de un ganado que se alimenta de los verdes pastos montañeses. Es una gastronomía de recetas tradicionales a las que últimamente se ha incorporado la creatividad que ha proporcionado las dos primeras estrellas Michelin a dos restaurantes de la ciudad: Europa y Rodero.

A estas delicias del paladar hay que añadir la extensa gama de vinos de una D.O. que llegó a tener fama por los rosados elaborados con la variedad garnacha, pero a la que últimamente se han añadido unos tintos crianza y reserva muy bien elaborados y unos blancos que tienen en el Chardonnay su variedad principal. Tampoco hay que olvidar el Pacharán, licor dulce elaborado con endrinas y anís cuyo grado en alcohol oscila entre el 20 y 30 %.

El pamplonica vive por y para la gastronomía y disfruta de ella. Sólo hay que pasear por el casco antiguo, por las calles de la Estafeta, San Nicolás y Navarrerría por poner un ejemplo y observar las barras de los bares al mediodía o al caer la tarde, repletas de pinchos creativos. La verdad es que la competencia hace que cada establecimiento se esfuerce en crear un producto que lo distinga de su competidor y la gente acude a ellos para degustar tal o cual especialidad. La Semana del Pincho que acostumbra a celebrarse a finales de marzo primeros de abril, es una buena prueba de la creatividad de esta cocina en miniatura y los pinchos premiados en cada establecimiento gozan de gran popularidad durante una larga temporada (www.semanadelpincho.es).

Durante todo el año, jornadas y semanas gastronómicas tientan al viajero a acercarse a Pamplona. La Semana de la Cazuelica y el Vino de Navarra, las Jornadas Gastronómicas en torno a productos micológicos al que tan acostumbrados están los navarros, las Jornadas de Caza... y por si fuera poco, como si se intentará descentralizar la oferta nocturna de la ciudad, los jueves tiene lugar lo que se ha bautizado como "Juevintxo"; el pintxo y caña por un euro inunda de gentes por la noche las calles del casco antiguo como si de pleno día se tratara.

Texto: Jordi Bastart. Fotos: Jordi Bastart y Turismo de Pamplona