Impresionistas en París
El Museo d'Orsay ofrece atesora lo mejor de esta corriente artística
La cuna del impresionismo
El Museo d'Orsay es una de las principales atracciones que los amantes de la cultura tienen en París. Situado junto al Sena, fue una estación del ferrocarril inaugurada en 1900 para la Exposición Universal, lo que permitía a los viajeros del sudoeste de Francia llegar al corazón de la capital francesa. Con la modernización de la red de ferrocarril, la estación quedó en desuso y en 1977 el Gobierno de la nación decidió transformar el edificio en un museo que fue inaugurado en 1986.
En él tienen cabida pintura, escultura, artes decorativas, fotografía, dibujo, la creación artística del mundo occidental desde 1848, fecha de la proclamación de la República hasta 1914, estallido de la I Guerra Mundial.
El impresionismo y el neo-impresionismo tienen una amplia representación en este museo con autores como Cézanne, Degas, Manet, Monet, Pissarro, Renoir, Sisley, Cross, Seurat y Signac, entre otros menos conocidos. El nivel cinco del museo -la última planta- está dedicada enteramente a ellos.
Renoir, Cézanne y Monet podríamos considerarlos los máximos exponentes del impresionismo, definición algo despectiva que partió de un crítico de arte en 1874, al referirse a la obra de Monet, Impresión, Sol naciente. El proyecto artístico de estos pintores era reflejar, casi siempre al aire libre, la impresión que siente el artista frente al motivo. Rincones de Paris, paisajes, actos sociales, personajes, todo cabe en la paleta del artista. Otra de las características de la obra es que el trazo del pincel se deja bien visible como si se tratara de un boceto.
Fragmento de Bal del Moulin de la Galette, la conocida obra de Pierre-Auguste Renoir e imágenes de Claude Monet, muy aficionado a pintar los acantilados de Étretat en la costa de Normandía.
Monet, afincado en el pueblecito de Giberny, construyó alrededor de su casa-estudio el decorado perfecto para ilustrar su obra. Jardines repletos de flores, estanques con sauces llorones, puentes, todo ideado para que sus modelos pudieran posar para la serie Nymphéas. De Renoir veremos el conocido cuadro Baile en el molino de la Galette reproducido en mil y una ocasiones.
Después de los impresionistas, con los que comparten el gusto por el paisaje y los temas de la vida, una nueva generación de artistas quiera basar su pintura en leyes científicas. Se trata de los conocidos como neo-impresionistas con Georges Seurat como principal representante. Pequeños puntos de distintos colores configuran la obra -está técnica también se conoce como puntillismo- que vista con perspectiva ofrece una imagen homogénea.
Paul Gauguin y los mares del sur
En el ala de la derecha de la planta central, vemos como la obra de Paul Gauguin se aleja del impresionismo. Simplificando su dibujo y sus colores, abandonando el modelado y la perspectiva tradicional, huye de la imitación de la naturaleza. Su técnica es la de los colores nítidos, yuxtapuestos en un espacio sin profundidad. La última etapa de su vida la pasa en Tahití y las islas Marquesas, donde pinta visiones paradisíacas inmersas en la melancolía de los Trópicos.
Manet y Degas también tienen sus espacios contiguos, el primero con Monet y el paisaje realista y el segundo con su obra anterior al 1870.
Un plató fotográfico
En resumen, d'Orsay es una experiencia más que aconsejable si visitamos París y un buen modelo fotográfico para los que somos aficionados a buscar el contraste entre las formas escultóricas del arte y las estructuras metálicas.
Más información www.musee-orsay.fr
Texto e imágenes: Jordi Bastart